Por Caty Arévalo
Madrid, 11 may (EFEverde).- Se llama Pablo Fajardo y, aunque su físico menudo nada tiene que ver con el de 'Superman', es un 'superhéroe' de carne y hueso capaz de haber sentado en el banquillo de los acusados a la todopoderosa petrolera Chevron y hacerle pagar 9.500 millones de dólares por destruir la Amazonía ecuatoriana.
El hombre que ha demostrado al mundo que las grandes multinacionales no son "intocables" nació en la costa de Ecuador, en el seno de una familia "extremadamente humilde" que migraba por el país buscándose la vida, según explica a EFEverde en una entrevista con motivo de una visita a Madrid para participar en un acto en Casa de América.
El hombre que ha demostrado al mundo que las grandes multinacionales no son "intocables" nació en la costa de Ecuador, en el seno de una familia "extremadamente humilde" que migraba por el país buscándose la vida, según explica a EFEverde en una entrevista con motivo de una visita a Madrid para participar en un acto en Casa de América.
La multinacional estadounidense Texaco (hoy Chevron) había arrasado 5.000 kilómetros cuadrados de tierras vírgenes -hogar de dos pueblos indígenas, los Teetetes y los Sansahuari- para perforar 300 pozos petrolíferos, cuyos residuos tóxicos y gasísticos fueron arrojados sin piedad sobre ríos y suelos.
La contaminación de la Amazonía por parte de la petrolera norteamericana está considerada por muchos expertos como la mayor catástrofe ambiental ocurrida en el mundo tras Chernóbil, aunque Fajardo argumenta que entre una y otra existe una diferencia esencial.
"Chernóbil o el vertido de BP en el Golfo de México fueron accidentes, aunque se podrían haber evitado; sin embargo la contaminación de Texaco fue premeditada y planificada. La empresa disponía de la tecnología para operar sin causar el crimen que causó y no hizo nada para evitarlo simplemente por obtener una mayor ganancia económica y por racismo: al considerar que la vida de un indígena no vale nada".
El resultado del modo de proceder de la petrolera fue "un vertido de desechos tóxicos de más de 80.000 millones de litros (30 veces superior al del petrolero Exxon Valdez en Alaska) que cerca de 50 años después continúa en la Amazonía; 2.000 casos de cáncer asociados directamente al desastre, malformaciones, alergias y pobreza", mucha pobreza.
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