Cuando se cumplen seis meses del incendio que desencadenó el peor vertido de crudo de la historia de EEUU, en España parece que la vida sigue su rutina basada en la necesaria dosis diaria de cien mil toneladas de petróleo para mover objetos y personas.
Entonces, cabe hacerse la pregunta de qué hemos aprendido de esta catástrofe.
Se ha encontrado crudo del vertido de BP a más de 500 kilómetros de la zona cero, donde ya se ha detectado la presencia de petróleo tanto en el plancton así como en los sedimentos. El alcance del desastre es tal que los robots submarinos que está usando Greenpeace en la zona, se encuentran con crudo por doquier.
El impacto del vertido permanecerá durante décadas. Mientras tanto, la ineficiencia de coches y furgonetas, que juntos queman la mitad del petróleo usado para el sector transporte europeo, sigue alimentando una alocada carrera que obliga a asumir más riesgos para encontrar las últimas gotas de petróleo en aguas profundas, incluso en las del Ártico.
Mejor prevenir que curar: la mejor receta para evitar accidentes similares es reducir urgentemente la sed de petróleo y, en esta línea, se intenta desde la Unión Europea dotar al mercado europeo de estándares de eficiencia en el consumo de las furgonetas. Si se quieren poner números sobre la mesa, el Transport and Environmental Policy Research ha calculado para Greenpeace que si la UE estableciera estándares ambiciosos de eficiencia en coches y furgonetas de aquí al año 2030, el consumo de petróleo en Europa se recortaría en un 8% en 2030. Además, reduciría las emisiones de CO2 europeas en 186 millones de toneladas, así como ahorraría a los bolsillos del viejo continente unos 42.000 millones de dólares anuales en importaciones de crudo.
Lee el post completo de Sara Pizzinato en la blogosfera de Efeverde. http://bit.ly/aI0f08
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